¿De dónde serán los innovadores?

Si se pregunta de dónde proviene la calidad a las personas de una organización caracterizada por la calidad de sus servicios o productos, usualmente responden que se ha implantado, durante un largo y laborioso proceso un sistema de calidad; hablan de metodologías, de registros, de sistemas, de guías, de mucho entrenamiento, auditorías, de indicadores particulares, y siempre señalan que en el proceso de la calidad participan todas las personas de la organización. Siendo así, la calidad no proviene de ninguna sección especial de la empresa ni de unos líderes de calidad con competencias especiales sino proviene de gente adecuadamente entrenada, de procesos definidos y de sistemas e indicadores ajustados al sistema de calidad que terminan conformando una cultura de calidad y mejoras continuas.

En estos tiempos, crear condiciones para desarrollar una capacidad sistemática de innovación es un imperativo para mantenerse y crecer en el mercado como en su tiempo lo fue la calidad. La calidad es ahora una condición pero el factor diferenciador provendrá de la capacidad de innovación de la organización, lo cual requiere de adecuados procesos gerenciales, de herramientas, de metodologías, entrenamiento y de indicadores particulares que promuevan y consoliden una cultura de innovación.

Skarzynski y Gibson, en su publicación “Innovation to the core”, nos señalan que hay, al menos, tres precondiciones para hacer que los avances en este sentido ocurran:

1. Crear tiempo y espacios en los que la gente tenga oportunidad para la reflexión, la generación de ideas y la experimentación

2. Maximizar la diversidad de pensamiento para enfrentar retos innovativos

3. Promover la conversación y la conexión entre la gente, crear redes, lo cual es el caldo de cultivo para la generación de ideas y su desarrollo.

La experiencia de los referidos investigadores les revela que esas precondiciones forman un componente vital para responder de dónde proviene la innovación.