Los caraqueños hemos estado viviendo restricciones crecientes en los servicios públicos y especialmente en el servicio de agua. Las limitaciones de Caracas al acceso de fuentes de agua requiere de especialistas y de implantación de nuevas tecnologías que permitan optimizar la gestión, en todos los procesos de su cadena productiva, es decir, desde la producción (embalses) hasta la distribución final y muy importante, el proceso de reciclaje o re-utilización.
Se conoce la experiencia exitosa de empresas de agua en Colombia, en España, en Francia, solo por mencionar algunas, en las que la gestión está enfocada a la prestación de un servicio de la mejor calidad posible y en crear organizaciones especializadas en desarrollar soluciones sobre la base de innovaciones y de mejoras continuas. Son organizaciones de servicio que se han convertido en referentes por su vocación de servicio y por el profesionalismo. En ellas no hay cabida para la burda política y menos para la ideologización, factores que erosionan generalmente la gestión de las empresas del Estado en Venezuela, particularmente porque son manejadas como empresas del gobierno y no de todos los venezolanos, en las que la obsesión ideológica las penetra como una expansión viral, a todos sus niveles y responsabilidades, desincentivando la dedicación de su personal y la generación de ideas y de mejoras.
Los venezolanos debemos exigir que las empresas hidrológicas centren sus actividades en la gestión integral del agua, ese recurso tan preciado, de una forma absolutamente profesional y con vocación de servicio al usuario, enfocadas a la gestión del ciclo integral del servicio del agua buscando siempre la optimización eficiente de los recursos hídricos, desde el abastecimiento hasta el tratamiento, la distribución y la re-utilización, cumpliendo con las más estrictas normas de sanidad y de calidad de las aguas servidas.
Esos objetivos requieren de organizaciones abiertas al conocimiento, del concurso de especialistas de múltiples profesiones, de profesionales y técnicos del país y del exterior, pues las fuentes de soluciones están en todos los ámbitos y es necesario estar monitoreando y capitalizando los mejores conocimientos, experiencias y tecnologías donde ellas surjan, creando de esta manera contextos que incentiven la innovación y las mejoras en forma sostenible.
Las empresas hidrológicas tienen en teoría la gran oportunidad de irse transformando en empresas dedicadas al servicio a los ciudadanos, profesionalizadas, descentralizadas, buscando el uso más racional del agua, modernizando la gestión del abastecimiento, aprovechando las nuevas tecnologías de purificación y tratamiento de aguas, de telectura, de supervisión y control automatizados que facilitan mejorar los rendimientos del agua disponible y garanticen la expansión futura del servicio.
Esa oportunidad seguirá siendo teórica hasta cuando se desplace de la conducción de esas empresas la gestión politizada y mediatizada por mezquinos intereses de partido o de grupos de presión. Será teórica hasta cuando dejen de ser empresas del gobierno a ser, al menos, empresas del Estado con tantas opciones creativas de gestión que pueden impulsarse.